Humedales del Río Cruces

 

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HISTORIA 

DESCUBRIMIENTO DEL RÍO VALDIVIA  

Pastene, con 33 hombres y las naves San Pedro y Santiaguillo, llegó a la desembocadura de un gran río que los indios llaman Ainilebo, por la gran cantidad de ríos que allí se juntan. Lo rebautizaron como río Valdivia y prontamente la zona se pobló.

 

 

LA ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO 

Desde la conquista y por los siguientes tres siglos, el territorio de Chile estaba dividido, administrativamente, en forma similar a la división eclesiástica. Existían dos obispados, el de Santiago y el de Concepción, este último limitaba por el norte con el río Maule, al sur con el cabo de Hornos, al este la cordillera de Los Andes y al oeste con el Océano Pacífico.

A la corona española, le tomó siglos incorporar los territorios indígenas a su imperio. Los mapuches y pehuenches, que habitaban desde el río Maule, se replegaron hasta el río Bío-Bío lo que generó una nueva frontera. Los españoles para abordarla usaron misioneros, pioneros colonizadores y el Ejército Real.

 

El proceso de ocupación  fue arduo pero no presentó graves problemas hasta 1598 cuando la rebelión mapuche destruyó Santa Cruz, Arauco, Angol, Osorno, Valdivia, Imperial y Villarrica. El repliegue español fue completo y parapetados detrás el río Bío-Bío no atinaban a comprender que había sucedido.  

 

 EL ESTADO DE ARAUCO

La sublevación indígena de Curalaba destruyó la ocupación española al sur del río Maule. Posteriormente la corona española comienza su fase de recuperación creando la entidad jurídica del «Estado de Arauco», que circunscribe a sus habitantes dentro de los precisos límites de un territorio, fijando varias normas respecto a los establecimientos y acciones de sus vecinos. También se fijaron las fronteras, la del sur en el Toltén y la del norte en el Bio Bio; esta última mediante una  frontera fortificada que separaba a españoles y mapuches en el curso del río Bío-Bío. 

Ya a fines del siglo XVII la unidad tenía entidad propia y funciones militares que determinaron, en gran medida, sus características. Al sur del Bío-Bío sólo había enclaves militares y misionales (fuertes) que fueron focos de intenso mestizaje étnico y cultural. A esta  zona los habitantes de los siglos XVII y XVIII la denominaban "la frontera". La frontera del Bío-Bío.  

 

LA REPOBLACIÓN Y LAS FORTIFICACIONES   

 

La ocupación de Valdivia por los holandeses en 1643 provocó en España un estado de alarma y comprendió que esta área era la llave de los mares del sur, porque era la puerta de entrada a todo barco que doblaba el estrecho de Magallanes. Pedro de Toledo, primer Marqués de Mancera resuelve fortificarla. La misión encomendada fue repoblar la ciudad y asegurar la comunicación con el centro de Chile. En esto último el río Cruces jugaría un rol fundamental. 

 

El 31 de diciembre de 1644 zarparon 12 carabelas de Perú, 4 de Valparaíso y una en Corral. Fue la más grande flota que surcó estos mares, provista de grandes cantidades de armamento y asistida por los más notables especialistas de la época. Se fortificó Corral, Niebla y la Isla de Constantino (actual Isla del Rey). 

Esto defendía la entrada desde el mar. Para asegurar el acceso por tierra, desde el norte, Sebastián de Toledo reconoció el Valle de la Mariquina remontando el río Cruces.  Este complejo terminó siendo la fortificación española más poderosa de América, junto a Cartagena de Indias en Colombia. Consiste en una cadena de catorce fortalezas que corre de la sierra al mar, describiendo diversas curvas.  

La repoblación de Valdivia, efectuada en el verano de 1645 por el Marqués de Mancera, torna indispensable la restauración del camino, lo cual se logra finalmente en 1647. 

 

PATRIMONIO CULTURAL

La historia de Valdivia, el río Cruces  y sus alrededores nos   han dejado un importante legado cultural que merece la pena conocer, preservar y estudiar.

FUERTE DE LA MARIQUINA 

En 1648 es fundado el fuerte de la Mariquina, última escala antes de Valdivia; en los documentos de la época se le llama  la «frontera de la Mariquina».

A diferencia de la línea del Biobío, que corre de este a oeste, aquí las fortificaciones se disponen de norte a sur. La Mariquina hace de centro a un valle fértil y abierto generado por el río Cruces y sus afluentes. Sus verdes potreros permitían su fácil explotación por los indígenas que, por esta razón lo habitaban con cierta densidad; en el valle se fundó también la misión de San de San José y una vasta estancia jesuita del mismo nombre. Por todas estas razones el primer recinto fortificado se establece en la Mariquina, según Rosales, a pedido del cacique Juan Manqueante, en un lugar llamado Tanacura, hasta donde podían llegar las embarcaciones, a dos leguas de las casas del cacique.

 Juan Ruiz del Rincón,  Sargento  Mayor  de Valdivia, probablemente en la primavera de 1647,  trazó sus planos. Su ubicación, demasiado anegadiza, determinó su posterior  traslado al puesto de Cruces. 

EL CASTILLO DE CRUCES

Existe poca información sobre este fuerte. Su nombre no figura en ninguno de los planes generales de defensa de Chile en general o de Valdivia en particular. A la vez, el título de castillo corresponde al rango más elevado, dentro de las fortificaciones. Llama la atención el rango de castillo que poseía esta fortaleza, pese a la simplicidad y dimensiones de su estructura; las razones son su importancia estratégica y la conveniencia de hacer demandable su mando por un castellano, el que debía tener necesariamente, el grado de capitán.  No se ha conservado la fecha de su erección: en 1658 aun se le designa como «Fuerte de San Luis de Alba de las Cruces», en una testificación del castellano Antonio de Tovar. En otro documento de 1729 ya se le designa como «Castillo de San Luis de Alba de Cruces »

 

En cuanto al título, el de San Luis de Alba, al igual que el de Amargos, confirma que su erección debió ocurrir durante el mandato del Virrey Luis Henriquez de Guzmán, Conde de Alba de Liste, que gobernó entre el 24 de febrero de 1655 y el 31 de julio de 1661.

El poblado

El Castillo de San Luis de Alba generó, a su alrededor,  un núcleo importante  de población. En 1749 la fortaleza poseía una dotación de 44 personas; y el caserío contaba con once edificios reales y 17 casas, con un total de 145 españoles. También  se describen construcciones extramuros del castillo, como la casa del capellán, con cocina separada, el horno y un galpón en la otra banda del río. 

Caída y decadencia 

La revolución de la independencia determinó un drástico cambio en el rol del castillo. La principal montonera, liderada por Palacios ataca el castillo de Cruces, destruyéndolo y matando a su comandante el 11 de febrero de 1822. A partir de este momento la fortaleza queda relegada al rango de un simple fortín y el terremoto del 7 de noviembre de 1837 destruye la capilla y otras construcciones.   En la actualidad, sólo quedan vestigios del foso y los restos del muro construido de piedra tosca.

 

La reconstrucción

La I. Municipalidad de San José de la Mariquina y el Centro de Estudio Históricos y Antropológicos de la Universidad Austral de Chile,  dirigidos por Maurice van de Maele comenzaron, en abril de 1966, a recuperar el castillo de San Luis de Alba. Agricultores de la zona aportaron mano de obra y alimentación.

 

El proyecto se comenzó con una prospección arqueológica en terreno, investigación bibliográfica y documental. Posteriormente se realizó un primer relevamiento de las ruinas y un trabajo de anastilosis.

Aún cuando era la intención terminar el equipamiento del castillo con detalles, desgraciadamente las obras se suspendieron en 1970. Pese a esto la recuperación del castillo de San Luis de Alba de Cruces es un hito importante en el patrimonio cultural de la región.